Hace unos días mi abuelo dijo que la felicidad es como la comida: cuando tenés hambre la deseás y cuando la tenés no le das la importancia que merece. “esto, en general”, dijo. Y como a mí las generalizaciones me causan rechazo dije: “no estoy de acuerdo”.
En mi caso se disfruta y se valora la felicidad.
Yo soy feliz y dentro de esa felicidad tengo mis momentos alegres y mi tristeza; pero no dejo de ser feliz.
Mi felicidad puede resultar poco para algunos, pero yo soy feliz viviendo con mi hijo, jugando con mis sobrinas, mateando con mis amigos, abrazando a mis abuelos, viendo sonreír a mis viejos y durmiendo en los brazos de mi novio.
Creo que se trata de valorar lo que en algún momento nos faltó: si miro atrás, tuve picos altos de felicidad y muchas caídas bruscas hacia el dolor. Pero todo lo que viví, gané y perdí, me ayudó a ser quien soy.
Insisto: disfruto y valoro todo lo que tengo hoy porque yo ya sé lo que significa vivir sin ello.
Puede que el amor haya inundado cada recoveco de mi vida sin dejar lugar a nada, pero yo me dejo llenar de amor porque ya sentí el vacío de sentirme sola.
Creer que no tenemos nada, cuando en realidad uno tiene demasiado es lo más común.
Siempre habrá personas que estarán más vacías que nosotros, otras que tendrán mucho más, pero lo importante es mirar y valorar lo que se tiene y no perder el tiempo esperando aquello que aún no existe.

Vos sos amiga de Cielo?
ResponderEliminarTe vi en varias fotos con ella, en la feria del libro y eso.
Nada quería saber eso, me gusta tu blog.
Un beso.